Las vivencias de La Palma
En La Palma es posible disfrutar de vivencias únicas, que quedarán en la memoria del visitante mucho después de su viaje a la Isla Bonita. Fotografiar mares de nubes, ver uno de los atardeceres más bellos de las Islas Canarias, o vivir un carnaval como ningún otro del mundo, son solo algunas de las experiencias que hacen inolvidable este destino.
Enamorarse de un atardecer
La Palma es un lugar único para celebrar el amor. Ya sea de luna de miel, en San Valentín o en una fecha especial, la Isla Bonita ofrece multitud de rincones románticos, y un sinfín de actividades para realizar en pareja. Disfrutar de la magia de un precioso atardecer cuando el cielo pasa de amarillo a naranja y rojo, sucumbiendo al azul oscuro de la noche, es una experiencia única que en La Palma puede disfrutarse en una gran variedad de ubicaciones como el Mirador del Time, o el Mirador de los Llanos del Jable, sin olvidar la costa de Los Llanos de Aridane o de Fuencaliente así como cualquier punto en los municipios de Tazacorte, Puntagorda, Tijarafe o parte de Garafía. Y, por supuesto, El Roque de los Muchachos.
Fotografiar un Mar de Nubes
Los amantes de la fotografía encontrarán también en La Palma un oasis para la creatividad. El verde de sus bosques, el azul de sus aguas, el blanco de las salinas o la oscuridad de las tierras volcánicas o la magnificencia de su cielo nocturno…todo en esta isla captura la mirada y el objetivo.
Desde el famoso Mar de Nubes hasta las cascadas de nubes descendiendo sobre las laderas de las montañas; pasando por pueblecitos de cuento como El Tablado o Las Tricias; estampas costumbristas y locales como el curioso enclave de Porís de Candelaria. Sin olvidar los bosques de laurisilva verde o el contraste del negro volcánico con el blanco de la sal en Las Salinas de Fuencaliente. La lista es infinita. Pura creatividad para los fotógrafos.
Comer en medio de un bosque
En medio del bosque, al lado del mar o en la montaña, en La Palma es posible disfrutar de una comida al aire libre, gracias a las múltiples áreas recreativas habilitadas para pasar un agradable día en familia.
Rodeados de pinos o Monteverde, al pie de una preciosa playa, o cerca de un volcán, basta una manta y una cesta con provisiones para poder disfrutar de un picnic en parajes de ensueño, como los que se pueden encontrar en las áreas recreativas de la Laguna de Barlovento, El Fayal o San Antonio del Monte.
Vivir fiestas únicas
Las romerías palmeras son parte fundamental de las fiestas que se celebran en la isla. Relevante es la que tiene lugar cada 5 años con motivo de la Bajada de la Virgen de las Nieves, o la que tiene lugar con motivo de las fiestas de la Virgen del Pino en El Paso o la del Socorro. Cada municipio tiene una (o varias) romerías. Entre las celebraciones más originales del destino se cuentan, por ejemplo, la Fiesta de San Antonio del Monte que cada año llena de artesanía, ganado y comida local los alrededores de la Ermita de San Antonio del Monte. La Fiesta del Almendro, en Puntagorda, marca la antesala de los carnavales palmeros y los primeros polvos de talco. Los Indianos, el lunes de Carnaval, es la festividad más esperada, ya que todos se disfrazan como cubanos que imitan a los canarios que regresaron de la Perla del Caribe a principios del siglo XX, siendo el polvo de talco el elemento principal.
Otras festividades destacadas son los Caballos Fufos, los Caballos Fuscos, Moros y Cristianos, la fiesta de las Cruces y el Corpus Christi, así como El Diablo y la Bajada de la Virgen de las Nieves.
Pararse a respirar y disfrutar
Por encima de todo, La Palma es un lugar para pararse y respirar. Bien sea a pie o apeándose del coche en algunas de las muchas carreteras escénicas que recorren su orografía, como la icónica ruta de Las Mimbreras (LP 109), el visitante encontrará en esta isla un rincón tranquilo y pausado, donde el tiempo parece haberse detenido.
Importante también es la mente. La Palma es, además, un Spa al aire libre donde la energía del mar, de la tierra y el aire cargan el cuerpo con la fuerza de la naturaleza. Un oasis de descanso en el que la fina y cuidada artesanía de los palmeros pone la guinda gracias a sus productos de gran calidad y de acabados perfectos.