Bajada de la Virgen de las Nieves

Bajada de la Virgen de las Nieves

Cada lustro, entre los meses de junio y agosto, se celebra en Santa Cruz de la Palma la Bajada de la Virgen de Las Nieves, patrona de la isla. Durante algo más de un mes, un extenso programa de actos lúdicos y religiosos llena las calles y plazas de la capital

Durante dos semanas tienen lugar las funciones preparatorias al traslado de la imagen, desde su santuario hasta el corazón del centro histórico. Mientras dura la Bajada, la Virgen reside en la Parroquia Matriz de El Salvador, en la Plaza de España.

Hacia ese corazón urbano se dirigen romeros de toda la isla el último domingo de junio. Ataviados con los trajes tradicionales, portan las cuarenta y dos piezas de plata que componen el trono de la Virgen, sobre el que se luego se asentará la imagen.

Con la Romería comienza la Semana Chica, en la que tienen lugar actos tan entrañables como el desfile nocturno de la Pandorga: miles de farolillos de madera y papel de colores, iluminados por el tenue brillo de una vela, recorren las oscuras calles del centro de la ciudad, acompañados por los niños y la banda de música.

En la Semana Grande, que comienza el segundo domingo de julio, intervienen los mascarones (gigantes y cabezudos), que representan a personajes como la Bruja, la Luna de Valencia y el Biscuit. El miércoles es el día del Minué o Danza del Siglo XVIII, cuya música y coreografía corresponden al compositor palmero Luis Cobiella Cuevas. El número recrea la suntuosidad y elegancia del rococó dieciochesco: 24 parejas de jóvenes que bailan en salones de gusto versallesco. También durante la tarde, y prolongándose hasta la noche, la Danza de Acróbatas, que simula el fantástico mundo de los ejercicios circenses. Grupos de jóvenes palmeros se lanzan a una exhibición de contorsiones, piruetas y cabriolas que suspenden el corazón de los espectadores. Otro de los números tradicionales es el Carro Alegórico y Triunfal, de honda raíz barroca, que pregona la inminente Bajada en creaciones textuales musicadas.

Pero la magia se reserva para el número por excelencia de las fiestas. El espectáculo que el saber popular ha acabado por convertir en su seña y signo de identidad: la Danza de los Enanos. En su primera parte, los bailarines representan personajes diversos, que se mueven al ritmo de una melodía cambiante: monjes, japoneses, marinos, astrónomos, peregrinos, viejos, estudiantes, frailes, dominicos, atenienses… Pero en la segunda mitad del espectáculo, en tan sólo unos segundos, los danzantes se transforman en enanos, al tiempo que inician el baile de una vertiginosa y emocionante polka, interpretada por la Banda Municipal de Música San Miguel. Desde el recinto central, la comitiva de enanos se traslada a las repletas y adoquinadas calles de la capital, donde continúan repitiendo durante toda la noche su trepidante coreografía, hasta los primeros rayos del sol.

En la mañana del domingo de la Semana Grande, coincidiendo con la entrada de la Virgen en la ciudad, tiene lugar uno de los actos tradicionales más sencillos y al mismo tiempo más emotivos: el Diálogo entre el Castillo y la Nave.

Por último, mencionaremos la Loa de Recibimiento (o, por extensión, simplemente la Loa). Se trata de la composición para coro, solistas y orquesta sinfónica que se interpreta a la llegada de la Virgen de Las Nieves a la Plaza de España, en el momento culminante de las Fiestas Lustrales. Tiene también un origen ancestral: desde los orígenes de la Bajada existe constancia de la interpretación de cantos de salutación y alabanza, dedicados a la imagen en cada una de sus visitas.