Salimos desde el aparcamiento del Punto de Información Ambiental, y al arranque del sendero nos encontramos un Monteverde empobrecido. Árboles frutales comparten suelo con fayas y brezos, lo que nos indica que no estamos ante una laurisilva pura. También podemos ver zarzas, una especie que nos avisa aquí de la presencia humana, que se irá diluyendo según avancemos por el camino.
La corteza escamosa de este árbol gigantesco nos cuenta que es un barbusano. Es un ejemplar magnífico, que alcanza unos 25 metros de altura. Está en una zona de borde del bosque, una característica de la especie. Los barbusanos no son muy abundantes porque su madera rojiza ha sido muy apreciada, especialmente en ebanistería para fabricar muebles; de hecho, antiguamente se le llamaba “ébano de Canarias”.
Este árbol a la vera del camino parece sitiado, o guardado, por multitud de ramas que surgen de su base. Son sus hijos, conocidos como chupones. Es una de las características del viñátigo, un endemismo macaronésico típico de la laurisilva. Aunque el tronco central muera, su base es un gran tocón que genera gran número de chupones que mantiene vivo el árbol.
El Cubo de La Galga tiene un paisaje protagonizado por el agua, y según nos adentramos en el barranco notaremos cada vez mayor humedad según se cierre el dosel verde. Pasaremos bajo un canal de agua, que transporta este valioso recurso para su uso en la agricultura y el abasto público, y de cuyo uso racional depende que se mantenga este paisaje.
Los barrancos surgen por procesos erosivos a lo largo del tiempo. Esta piedra en delicado equilibrio nos lo recuerda. Barrancos como el del Cubo de La Galga, encajados y estrechos como cañones, nos indican que estamos en una isla joven, en la que la erosión aún está modelando el paisaje. Por eso, algún día esta piedra perderá su equilibrio y acabará en el lecho del barranco. (Aunque haya que esperar aún cientos de años)
El cruce del sendero nos invita a un momento de silencio. El tintineo del agua compite con los cantos de las aves. Es fácil que podamos escuchar las roncas llamadas de las palomas endémicas de Canarias, que suenan basadas en nuestra vocal U. Si permanecemos quietos y en silencio, incluso podremos observar alguna paloma sobrevolando el arbolado.
El esplendor de la laurisilva de valle con til aparece en este punto donde encontramos un pequeño llano como un remanso entre la vegetación. El dosel vegetal a gran altura, nos mantiene en la penumbra y humedad permanentes. La luz a duras penas llega al suelo. Los tiles son los protagonistas absolutos del lugar, con sus largos troncos de madera verde y dura. Esta especie sólo aparece en aquellos lugares idóneos para la laurisilva, lo que nos indica el lugar privilegiado en que nos encontramos.
Su nombre lo dice todo. Nos asomamos en lo alto a ver el espléndido paisaje de estas laderas de laurisilva que cubren la cara este de La Palma, enfrentadas al alisio. Nos encontramos en la mejor zona para la laurisilva de Canarias, con laderas por debajo de los 1200 metros de altura que captan el agua de las nieblas que arrastra el alisio, origen y sostén del Monteverde.
Volvemos por el canal que sale del Cubo en este punto; el agua que es básica para este ecosistema es también una de sus grandes aportaciones, ya que la agricultura de costa vive del agua que mana de los acuíferos que alimenta el bosque. Por la ladera tendremos ahora otra visión de este frondoso cañón, antes de iniciar el retorno por la pista por la que ascendimos al principio de la ruta.
- Nunca dejes residuos de ningún tipo en el entorno, incluidas las colillas. Los restos de comida contribuyen a la proliferación de roedores y gatos asilvestrados que suponen una grave amenaza para la fauna.
- Respeta a los animales, no los molestes ni los alimentes. Si ves algún ejemplar herido, puedes avisar en el teléfono de emergencias 112. Tampoco arranques flores o plantas.
- No recojas ni te lleves piedras o cualquier otro elemento del medio natural. Tampoco lo modifiques amontonándolas para realizar las tristemente famosas “torres”.
- Respeta la señalización de los senderos. Salirse de los caminos habilitados provoca daños en el entorno y además puede ser peligroso para ti y para quienes te acompañan.
- Es más seguro llevar a tu mascota con correa.
- Procura no alterar la tranquilidad del entorno con ruidos excesivos (música alta, gritos...).